¿Qué dice la biblia sobre la virgen María?

07.09.2011 22:24

 

¿De dónde proviene ese título “Reina de los cielos” que la iglesia Católica le otorgó a la virgen María? ¿Cuál es el verdadero espacio que ella debe ocupar en el corazón del cristiano y cuál es el lugar que la Biblia le concede?

 

Tomado de https://www.estudiosmaranatha.com

 

 

    La verdad es que son muy escasos los pasajes de la Biblia donde se nombra a María, pero pese a ello, se puede apreciar fácilmente la hermosura de su carácter y su completa sumisión a la voluntad de Dios.

 

    El relato bíblico nos enseña que ella estaba comprometida con José en esos lazos prematrimoniales que arreglan los padres, y antes de consumar su matrimonio, el ángel le anunció que habría de dar a luz un niño.

 

    Seguramente que un anuncio de esa naturaleza llenaría de asombro a cualquier virgen, especialmente del Oriente, no solamente por el aspecto milagroso de tal anuncio, sino que también por las implicancias sociales que ello involucraba; de acuerdo a las leyes vigentes de la época se exponía a ser apedreada hasta morir.

 

    Pero aquí es donde resalta con inusitado brillo el carácter humilde que la guía a la completa sumisión de Su Señor. Dice en Lc.1: 38 “María dijo: He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra”.

 

    Después de este anuncio del ángel, encontramos el “Magníficat” de María, que lo inicia con estas palabras: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. Ella reconoce que tuvo necesidad de un Salvador, y esa salvación también fue producto de la misericordia de Dios.

 

 

    En el evangelio de Mateo capítulo uno, encontramos la visita que el ángel hizo a José donde le revela la concepción milagrosa de María y le encarga no solamente recibirla, sino además que debía ponerle por nombre Jesús a la criatura que habría de nacer.

 

    Dice en Mt.1: 25 “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito, y le puso por nombre Jesús”. En la Biblia el vocablo “conocer” tiene también el significado de consumar el acto matrimonial. Esto se aprecia desde el principio de las Sagradas Escrituras, por ejemplo en Gn.4: 1 dice: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín”.

 

    Por tanto, cuando dice en Mt.1: 25 que José no conoció a María hasta que dio a luz a su hijo primogénito, está afirmado incuestionablemente que después que nació su primer hijo (Jesús), sí la conoció.

 

    Esto también queda de manifiesto en este mismo versículo, porque señala a Jesús como hijo primogénito de ella. Si hubiera tenido un solo hijo, tendría que decir “unigénito”, pero sin embargo claramente dice “primogénito” que significa el primero. Y esto se confirma más adelante cuando menciona los hermanos y hermanas de Jesús, que fueron los hijos que tuvieron José y María después del nacimiento de su hijo primogénito.

 

    Los romanistas para sostener sus dogmas que introdujeron muchos siglos después, afirman que se trata de los primos de Jesús. Pero yo no voy a entrar en polémicas con aquellos que siempre han despreciado las Sagradas Escrituras y consideraron hipócritamente que el sexo aún dentro del matrimonio era pecado; no solamente porque eso se contradice abiertamente con la enseñanza de la Biblia, sino porque en nada resta al brillo de santidad y hermosura el hecho que María haya tenido más hijos, por el contrario, en la cultura judía y en Oriente en general, se consideraba la mujer más bienaventurada por Dios a la que tenía más hijos.

 

    Posteriormente a estos pasajes se nombra a María solamente en cinco oportunidades. En dos que visita el templo de Jerusalén, en las bodas de Canaán, cuando estuvo con otros discípulos junto a la cruz de Cristo, y el último pasaje que la menciona está en el libro de los Hch.1: 4 cuando todos los discípulos estaban reunidos orando, aguardando el descenso del Espíritu Santo, dice así:

 

“Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. Estaban todos ellos juntos orando con María y con los hermanos de Jesús, no a María como hoy hacen erróneamente los romanistas.

 

    Después de este pasaje no existe ninguna otra mención de ella en todo el Nuevo Testamento. Todos los dogmas que se han inventado y levantado en torno a ella son muy recientes.

 

    Antes de continuar necesito aclarar dos puntos que considero importantes:

    Primero: Nosotros amamos y respetamos profundamente a María, y jamás diríamos nada que la ofendiera ni que ella misma no estuviera de acuerdo. 
    Segundo: Que María nunca fue católica, porque el catolicismo romano nació solamente en el siglo IV con Constantino.

 

Antecedentes

 

    El 8 de Diciembre de 1854 el Papa Pío IX declaró la inmaculada concepción de María, es decir, que ella nació sin el pecado original que toda la raza humana hereda desde la caída de Adán. Más recientemente el Papa Pío XII anunció en el año 1950, que la virgen, luego de morir, resucitó y subió en cuerpo y alma al cielo. Al mismo tiempo la nombró: “Reina del cielo”.

 

    Remitiéndome a su consulta sobre el origen de ese título “Reina de los cielos”. La única vez que aparece en la Biblia es en Jeremías 44, cuando Dios ordenó al profeta reprender duramente a los judíos que vivían en Egipto y habían caído en la idolatría de diversos dioses paganos de ese país. Entre las divinidades que estaban adorando, se encontraba una diosa que era considerada textualmente “la Reina del cielo”.

 

    El pueblo que se había corrompido y caído en idolatría producto de su apostasía, decía: Jer.44: 17 “ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo”. Vr.18 “Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo”. Vr. 19 “Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo”. Vr. 25 “Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo”.

 

    Luego vinieron los juicios del Señor sobre este pueblo que se había hundido en la inmundicia más degradante de la idolatría, producto de la apostasía en que se encontraba. Y desde ese tiempo no se había rendido culto a la reina del cielo, hasta que el Papa Pío XII en el año 1950 levanta altares nuevamente a la “Reina del cielo”.

 

    Más recientemente, en el año 1965, el Papa Pablo VI la proclamó además: “Madre de la Santa iglesia Católica”. También la expresión “Madre de Dios es comparativamente nueva.

 

    Como vemos, todos estos dogmas, curiosamente Roma necesitó de muchos siglos para darse cuenta de su “existencia”. Aunque todos ellos están en abierta oposición con la Biblia. He aquí una razón más que tuvieron para quemar las Biblias durante tantos siglos.

 

¿Qué posición debería tomar un cristiano?

 

    Pero nada de esto cambia en absoluto nuestro amor y respeto por María, porque obviamente ella no tiene responsabilidad alguna con todo este sistema idolátrico. Conociendo la hermosura de su carácter, estoy seguro que si ella pudiera intervenir en los eventos terrenales, lo primero que haría sería derribar los altares que hombres idólatras le han levantado (con lucrativas alcancías a sus pies).

 

    No solamente lloraría con gran amargura por el modo que la han utilizado para desviar y alejar al hombre del Único que les puede salvar, Cristo Jesús, sino que estoy seguro que haría todo lo que estuviera a su alcance para terminar con la horrible idolatría que han rodeado su nombre.

 

    No podemos dejar de recordar cuando en la bodas de Canaán dijo a todos, señalando al Señor Jesucristo: (Jn.2: 5) “Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que Él os dijere”.

 

    Su carácter cristiano le hubiera impedido aceptar cualquier manifestación de culto; como lo hizo el apóstol Pedro cuando Cornelio se hincó ante él, éste lo reprendió enérgicamente y le dijo: “Levántate, pues yo mismo también soy hombre”. Cuan distinta es la actitud del que se dice sucesor de Pedro.

 

    Analicemos por parte estos dogmas que ha inventado Roma en torno a María: La inmaculada concepción de María, proclamada el 8 de Diciembre de 1854 (siglo XIX) ¿Qué dice la Biblia? ¡Nada! Porque es producto de la imaginación del Papa Pío IX y parte del sistema mercantil que han construido con el nombre y la persona de ella.

 

    Al escudriñar las Escrituras vemos que Dios dice justamente lo contrario. En Lc.1: 46 María reconoce y alaba a su Señor como a su Salvador ¿de qué la había salvado Jesús? De lo mismo que nos ha salvado a todos los cristianos que hemos nacido de nuevo, de nuestros pecados, porque a eso vino el Señor, a salvarnos de nuestros pecados.

 

    En 1Cor.15: 22 dice: “En Adán todos mueren”, es decir, debido al pecado que heredamos, la muerte ha pasado a todos nosotros. María, como lo admite la propia iglesia católica, también murió ¿Cómo pudo morir si era sin pecado?

 

    Rm.3: 10 dice: “No hay justo ni aún uno, no hay quién haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” Si María hubiera nacido sin pecado, Dios no podría decir que “no hay ni siquiera uno”.

 

    La Biblia también revela que María era plenamente conciente que el pecado estaba en ella como en todos los descendientes de Adán, porque nos relata que después de dar a luz llevó dos ofrendas al templo, conforme a la ordenanza de la ley, en Lv.12: 6-8. Una era ofrenda encendida, simbolizando completa sumisión a la voluntad de Dios, y la otra era una ofrenda por el pecado, para que Dios la purificara, como dice en Lv.2: 22-24

 

    Para sostener la inmaculada concepción de María, algunos líderes católicos han dicho: “Como Jesús nació sin pecado, era necesario que la virgen también fuera sin pecado”. Pero con ese argumento simplista tendríamos que decir que la madre de María también tuvo que ser sin pecado, para que ella pudiera nacer “inmaculada”, y así toda la línea genealógica de María debería ser sin pecado hasta llegar a Adán, lo cual es un absurdo.

 

    Más recientemente, el 1 de Noviembre de 1950, el Papa Pío XII pronunció un nuevo dogma: “El cuerpo de la virgen cuando ella murió, resucitó de su tumba y subió al cielo en cuerpo y alma, donde permanece entronada como Reina del cielo”.

 

    Curiosamente este es el mismo título que le daban los paganos antiguos a una de sus divinidades que desciende desde los tiempos de Babel, cuando escudriñaban los cielos para conocer el futuro por medio del horóscopo. También hasta el día de hoy se pueden ver catedrales católicas en Europa, que en sus vitrales de la cúpula tienen los 12 signos del zodiaco. La historia nos relata que varios Papas fueron adictos a la astrología.

 

    Este título se vuelve a mencionar en Apocalipsis cap. 17 y en el 18: 7 dice para señalar el sistema de la Gran Babilonia, la Madre de las Rameras y de las abominaciones de la tierra : “Yo estoy sentada como reina…”

 

    El dogma de la asunción de María es una muestra evidente del desprecio absoluto que tiene Roma por la Palabra de Dios, y es un pilar más que han levantado para sostener todo su sistema mariano.

 

    Tampoco se encuentran en las Sagradas Escrituras ninguno de los diversos títulos con que Roma ha llevado a sus feligreses a la deificación de María: “Madre de la Santa iglesia Católica”, que la historia prueba que esa iglesia no tiene nada de santa, o el absurdo de “Madre de Dios”. Intentan justificar esta irracionalidad, con una ecuación muy simplista y carente de toda lógica, dicen: “Si María es madre de Jesús, y Jesús es Dios, entonces ella es madre de Dios”. Qué insulto a la inteligencia humana de sus seguidores.

 

    ¿Por qué habríamos de creer que Dios tiene “madre”? Sostener esta irracionalidad es creer que Dios tuvo un comienzo, lo que significaría que no sería Dios, porque el Dios que nos presenta la Biblia es Eterno. Además, estaría colocando a María por sobre Dios, ella tendría que haber existido siempre.

 

    Jesús es Dios, y como tal ha existido siempre, no comenzó su vida en el pesebre, como la mayoría de los romanistas lo conciben. Lo que allí comenzó fue el milagro de su encarnación.

 

    Fue cuando Dios se manifestó en carne, como lo afirma la Palabra de Dios (1Tm.3: 16), fue el momento en la eternidad de su existencia que entró al escenario del tiempo de este mundo. Esto es lo que Él mismo aseguró Jn.8: 58 “Antes que Abraham fuese, yo soy”.

 

    Jesús existió antes que María, antes que Abraham, antes que Adán, porque Él es el Eterno. ¿Fue entonces María madre de ese ser Eterno? ¡No! Ella fue el instrumento humano que Dios escogió para que Su Hijo Eterno tomara un cuerpo humano y así poder morir para cancelar las demandas de la justicia divina que exigía que “la paga del pecado es muerte”, alguien tenía que pagar esa deuda.

 

    Al momento de Su encarnación, el Hijo Eterno de Dios pasó a tener dos naturalezas, la Eterna que es divina, y la humana que se manifestó con nuestras mismas debilidades, pero sin pecado. Obviamente que María nada tuvo que ver con esa naturaleza divina de Jesús, solamente con la humana con la cual pudo ofrendar Su vida.

 

    Ella fue la madre de esa naturaleza humana de Jesús, pero no de la naturaleza divina que es eterna y ha existido siempre. En consecuencia es un absurdo de proporciones infinitas decir que ella es la madre de Dios.

 

    Seguramente que Jesús en su Omnisciencia cual Dios, previendo lo que los hombres idólatras harían con esta hermosa y santa mujer, jamás la llamó “madre”.

 

 

    Resumiendo: El título de “Reina del Cielo” proviene del paganismo antiguo, como dice la Biblia en Jeremías 44. Está presente en el día de hoy en el romanismo, y perdurará hasta el fin de los tiempos, como dice en Apocalipsis 18: 7 refiriéndose al sistema religioso imperante: “Yo estoy sentada como reina”.

 

    El espacio que le concede la Biblia se limita a cinco acontecimientos muy breves. Pero el lugar que ocupa en el corazón de los verdaderos cristianos es ilimitado, porque la amamos y respetamos profundamente como una hermana muy amada en el Señor.